Cuenta la leyenda que el nombre de Yucatán proviene de una anécdota ocurrida al llegar los españoles a tierra continental mexicana: ante la pregunta de los conquistadores frente a los mayas acerca del nombre de la tierra que pisaban, éstos les respondÃan "ciu than" o "tectetan" según distintas versiones, lo cual querÃa decir "no soy de aquÃ" o "no te entiendo". Más allá de la leyenda,
lo que sà entendieron los españoles es que llegaban a una tierra prodiga, llena de maravillas naturales. En realidad el nombre "Yucatán" viene de la auto denominación del maya putun "Yokot’an" que significa "gente que habla
yoko o choc", y hoy es el nombre de una de las últimas entidades de la República mexicana en haberse incorporado como estado a la Federación.
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De camino a Dzilam de Bravo, un pequeño pueblo pesquero que recién empieza a descubrir una nueva vocación en el ecoturismo, pasamos por Puerto Progreso, la playa más cercana a la ciudad de Mérida y destino de veraneo para la mayorÃa de las familias yucatecas que viven en la capital. Tomando una carretera angosta en dirección oriente, pasamos por un lugar muy singular: Chicxulub, un caserÃo situado frente al mar cuyo nómbrese ha vuelto célebre
en el mundo de la ciencia por ser el epicentro del evento geológico que cambió el curso de la historia natural de nuestro planeta hace 65 millones de anos. Se presume que fue aquà donde impactó un asteroide de cerca de 10 km de diámetro a velocidades inimaginables. El resultado global fue, además de un cráter de 18o km de diámetro, la extinción del 90 % de la vida en el planeta en ese momento, cuyos representantes más conocidos y admirados eran los dinosaurios. El efecto a largo plazo de ese impacto fue la evolución por otros cauces de las especies sobrevivientes, y a nivel regional, una geologÃa que permitió la formación de cientos o miles de cenotes, esos vasos de agua transparente que se presentaban a los ojos de los mayas como puertas al
inframundo.
Ya en Dzilam de Bravo, me llevan a ver algunas de las maravillas naturales en los esteros: encuentro un nido de tortuga marina recién creado en una de las playas y manglares de una gran altura. Pequeñas poblaciones de flamencos colorean de un rosa tenue la laguna de aguas someras en cuya superficie puedo ver también los ojos de cocodrilos acechando desde la complicidad de los tonos grises y verdes del manglar.
Ya de regreso en el bote, a pocos metros de la playa, un fenómeno extraño capta mi atención. Sobre las aguas del mar surge un borbollón que en
ocasiones alcanza los 40cm sobre el nivel normal. Mi guÃa me comenta que es agua dulce en medio del mar. Resulta que ante la ausencia de rÃos en el estado, el agua de lluvia que se filtra por la caliza genera un laberÃntico
e inmenso sistema de rÃos subterráneos que viene a desembocar por debajo del mar. No he visto nada similar en ninguna otra región de México.
De regreso a Mérida, pararnos en Xcambo, una pequeña zona arqueológica que me introduce en el tema de la civilización maya y del drama del choque de
Civilizaciones que se vivió en la época de !a Conquista. Una cruz y un templo católico se sobreponen a un emplazamiento antiquÃsimo donde los mayas tenÃan un adoratorio. El tema vendrá de nuevo a mi mente, tres dÃas después
Cuando, de visita por el pueblo de ManÃ, camino frente al convento que fue testigo de uno de los primeros actos de barbarie occidental nuestro paÃs.
A través de la historia, se dan eventos conocidos como "bibliocaustos", donde una civilización que se pretende superior a otras, decide en señar conocimientos nuevos a una cultura derrotada a base de destruir conocimientos adquiridos por esa otra cultura através de milenios. Se dio en AlejandrÃa a manos de los musulmanes; en china con el cambio de dinastÃas
imperiales; en 1933 cuando en la Alemania nazi se decide quemar todos los libros de procedencia judÃa que estuvieran "degradando a la cultura germana", incluidos los textos de Freud. El más reciente bibliocausto registrado se da en Irak, hace tres años, con la destrucción y saqueo de la Biblioteca Nacional de Bagdad.
Aquà en México, en el año de 1562, a manos de Fray Diego de Landa, se da el equivalente americano de este fenómeno, en un auto de fe donde se condena a la hoguera a más de 5000 objetos religiosos, incluidos cientos de
códices sagrados que contenÃan conocimientos antiquÃsimos en materias de astrologÃa, matemáticas, historia y medicina maya. Un tesoro invaluable se disolvió en viento y cenizas ante la incomprensión e intolerancia de la Inquisición Católica. Irónicamente, de Landa se dio cuenta ya tarde del error que habÃa cometido y trató de rescatar de las ruinas algo del conocimiento perdido, y publicó un célebre libro conocido como La relación de las cosas de Yucatán.
Pasando a cosas más agradables, tuve la oportunidad de visitar
un lugar llamado Cuzamá, a menos de una hora de Mérida. Éste es un sitio interesante, pues ha rescatado del olvido un antiguo medio de transporte local conocido como "truk", muy utilizado en la época de las haciendas henequeneras. Es una suerte de furgoneta que se utilizaba para transportar las
pacas de henequén.
De entrada, pasamos por un pueblo llamado Acanceh, donde contrasta un antiguo templo franciscano con estructuras arqueológicas diseminadas por toda la traza urbana. De hecho se trata, al igual que en casi todo Yucatán,
de una reconversión del uso de la piedra antigua, utilizada en las ciudades mayas, y que ahora vemos como parte de la arquitectura colonial y moderna de estos pueblos. Unos mascarones de deidades solares rematan el templo principal desde cuya cima puedo divisar, como punto más alto en el horizonte, una torre de telecomunicaciones, y el campanario de la iglesia: mundo antiguo, colonial y moderno en tres golpes de vista.
Pasando Acanceh, llegamos a Cuzamá, donde nos esperan adolescentes listos para amarrar sus caballos a los truks. Hoy los truks llevan a galope de caballo a turistas que quieren visitar tres de los cientos de cenotes que hay en el estado, y que conforman una pequeña ruta en medio de los cultivos de henequén.
En pocos dÃas, Yucatán me ha dado una visión distinta de una Región que alguna vez se negó a ser México. En un mundo pÃa no, lleno de cenotes y rÃos subterráneos, salpicado de zonas arqueológicas, misiones franciscanas y
haciendas, la combinación de elementos culturales ha generado un entorno fascinante, lleno de magia, historia y buen sabor. Un mundo con sus propias reglas y mitos. Un mundo extraño y exótico a la vez.Â
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