El Patrimonio Natural del Estado de México es tan variado y abundante como lo son las comunidades que allí se encuentran.

En el territorio mexiquense se levantan algunas de las cumbres más altas de la nación e incluso de toda América del Norte.

Quienes consiguen escalarlas con la debida seguridad, pueden experimentar una gran satisfacción al contemplar campos nevados y glaciares, por ejemplo en la montaña Iztaccihuatl, o las Lagunas y el Cráter del Volcán Nevado de Toluca.

Los pueblos del Estado de México tienen su territorio cubierto de bosques, desde aquellos de tipo alpino hasta los de coníferas.

Imposible no maravillarse de los paisajes boscosos que surgen entre la niebla, en el Parque Desierto del Carmen o como los de Nanchititla.

Pero además, los pueblos mexiquenses están cruzados por ríos y adornados con grandes con grandes cascadas.

En este último caso tenemos las de la Concepción o el río Ñadó.

Los viajeros que gustan de recorrer los pueblos y comunidades de nuestro país y en especial de los pertenecientes al estado de México, pueden observar las corrientes que corren por los montes de Valle de Bravo y la recóndita zona natural de montaña en donde se encuentra Tejupilco.

Imposible no maravillarse con muchos pueblos inundados por presas visibles por los campanarios que se asoman como únicos sobrevivientes de estas inundaciones.

En este último caso, tenemos Villa del Carbón y Santo Tomás con respecto a las presas de Taxhimay y Santa Bárbara. Varios Balnearios se encuentran en estos lugares, ideales para la diversión familiar.