El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

La tradición del Pan de Muerto en los Pueblos de México

Nota sobre La tradición del Pan de Muerto en los Pueblos de México

El día 1 y 2 de noviembre se celebra el tradicional Día de Muertos y una de las costumbres más cultivadas en los pueblos y comunidades de México es la instalación de altares.

De entre los elementos infaltables de los altares de muertos es el delicioso Pan de Muerto, el cual es una delicia para todos los habitantes del territorio nacional.

La preparación y consumo de Pan de Muerto es una costumbre que se ha mantenido desde hace varios siglos, ya que sus raíces datan de los tiempos precolombinos, cuando se hallaban en su momento de esplendor varias de las culturas indígenas antiguas mexicanas.

Hoy por hoy es uno de los elementos de mayor relevancia en las ofrendas que se instalan con motivo del Día de los Fieles Difuntos.

Al parecer los orígenes del pan de muertos tiene relación con los sacrificios humanos que efectuaban algunas culturas indígenas mesoamericanas.

Tras la conquista española esta clase de prácticas fue prohibida por completo, de manera que en lugar de alimentarse de restos humanos en fechas especiales, como parte de rituales religiosos, los indígenas comenzaron a elaborar un pan de trigo con forma de corazón, endulzado con azúcar de color rojo. De ese modo inició la tradición mexicana del Pan de Muerto, tan consumido en los populares Pueblos Mágicos.

De acuerdo a lo anterior el Pan de Muerto, conforme a la forma que tiene, hace referencia a los sacrificios que se hacían hace siglos como parte de rituales religiosos a las deidades indígenas.

El círculo que aparece en la parte superior del pan es una referencia al cráneo, los huesos están representados por las canillas y la evocación del difunto se conseguía con el sabor a azahar.

Ahora bien, los panes de muerto pueden ser clasificados de acuerdo a su forma y características.

Los hay zoomorfos, con características de animales como mariposas, peces, perros, conejos y aves. Todos estos animales son habituales de Mixquic, Iguala y el Pueblo Mágico de Tepoztlán, de manera que así se prepara el pan de muerto en los lugares mencionados. Pero también hay pan de muerto con representaciones de diferentes elementos vegetales como enramadas, flores y árboles.

De la misma manera, en los Pueblos Mágicos de México y muchas otras comunidades del territorio nacional es posible hallar panes de muerto con detalles mitomorfos, es aludiendo a criaturas fantásticas o imaginarias.

El pan de muerto se coloca en las ofrendas, junto con veladoras, velas e imágenes de la persona fallecida con el propósito de recordarlo en esa fecha tan especial. Pero las ofrendas también incluyen hierbas, flores, incienso, pertenencias del difunto, adornos de papel de china picado y calaveras de barro o de cartón entre varios elementos más.

En cierta fase de la celebración del Día de Muertos la evocación de los difuntos se transforma en un banquete en honor del difunto, con abundantes alimentos y flores de color amarillo.

Cabe recordar que el amarillo era el color de la muerte para las antiguas culturas mesoamericanas. Por lo consiguiente es habitual encontrar en las ofrendas alimentos como el zempatzúchil, los clemoles, las naranjas, las guayabas, los plátanos, la calabaza así como el infaltable pan de muerto, una de las creaciones culinarias mexicanas más valoradas en el mundo.

También es preciso resaltar que en el pan de muerto se hace referencia a los cuatro puntos cardinales, teniendo como referencia importantes deidades precolombinas: Quetzalcóatl-Camaxtli, Xipetotec, Tláloc-Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, figuras fundamentales en el panteón prehispánico.

En el pan de muerto, en los adornos que lleva, es posible identificar los huesos del difunto representados por las canillas, la parte superior el cráneo o corazón del muerto y las canillas en forma de cruz son las que nos hacen pensar en los cuatro rumbos cardinales, los cuatro rumbos del universo precolombino.

El pan de muerto forma parte de las tradiciones mexicanas ligadas al Día de Muertos.

Se desprende de una cierta de manera de pensar la muerte característica de los mexicanos. En ella se combina una actitud irreverente, un cierto humor irónico y un cabal reconocimiento de su inminencia. Como quiera que sea, vale la pena conocer las diferentes maneras de preparar el pan de muerto que se siguen en los distintos Pueblos Mágicos de México.