Un recorrido por pueblos y paisajes naturales de la inquietante Sierra Madre Oriental de Puebla.
Quise recorrer la Sierra Madre Oriental poblana siguiendo el llamado de mis raÃces familiares y la historia de México.
Chignahuapan es fantástico. Quizá, después de Cuetzalan, con sus caprichosas nieblas y su mercado de trueque multicultural, es el más hermoso de todos. Se encuentra a la entrada de las imponentes barrancas de la Sierra Madre Oriental, en medio de paisajes naturales vastos e increÃbles, como es el caso de las nueve pozas de aguas termales a 50 grados centÃgrados (Chignahuapan significa: "entre las nueve aguas"), el Salto de Quetzalapa (cascada de 100 metros de altura de aguas sulfurosas que también se aprecia, en una perspectiva de abajo hacia arriba, desde el parque ecoturÃstico de Tulimán y el misterioso Valle de las Piedras Encimadas.
Es desconcertante, sÃ. Pero este apelativo no es gratuito. Después de cruzar por un arco enano y cuadrado para ingresar a la ciudad, debemos comenzar por la iconografÃa. Al llegar nos recibe la escultura de una esfera de Navidad de metro y medio de diámetro. Lo cual, como todo lo que vendrá, tiene una explicación lógica: Chignahuapan es desde hace medio siglo el primer productor nacional de esferas navideñas.
Una vez que se llega a la plaza central, la cual es especialmente bonita con su hilera de arcos en los portales, lo que trapa la atención es un pequeño kiosko multicolor estilo mudéjar con motivos indÃgenas que hace juego con la curiosa parroquia de Santiago el Apóstol. Ambos elementos, el kiosko y la parroquia, son algo verdaderamente fuera de lo ordinario que vale la pena conocer.
Un tanto escondida, en una jardinera de la plaza, está una estatua de Gaspar Enaine "Capulina", hijo pródigo de la ciudad, inmortalizado en bronce en una de sus tÃpicas risotadas.
También hay una iglesia llamada "del honguito", en la que hay un hongo petrificado diminuto que tiene impresa la imagen de Cristo crucificado, que se puede ver a través de una lupa.
La última efigie "desconcertante" del pueblo se encuentra en el interior de la BasÃlica de la Inmaculada Concepción. Se trata de la Virgen MarÃa, esculpida en madera, de 14 metros de altura, hecha por el poblano José Luis Silva.
Dos regalos de Dios
La gente de los alrededores ha mitificado el fenómeno geológico que dio como resultado el Valle de Piedras Encimadas. Hay leyendas que tienen como protagonistas a gigantes que colocaron esas monumentales rocas en caprichosos montones haciendo equilibrios insólitos. La realidad es que Piedras Encimadas es un valle formado hace 60 millones de años, en el periodo Terciario, debido a la actividad volcánica, reacciones quÃmicas y agentes atmosféricos como la lluvia, el viento, el hielo y la humedad. Te recomendamos poner atención al recorrerlo, será inevitable sentirse en un momento muy antiguo de la Tierra, unos 50 millones de años antes de la aparición del hombre.
El segundo regalo de Dios de esta región, a escasos cuatro kilómetros de Zacatlán de las Manzanas, es la Barranca de los Jilgueros, como se le conoce al mirador natural desde cuyas alturas se puede apreciar lo que se conoce en varios idiomas como "mar de niebla" que no es otra cosa que la neblina cubriendo el bosque de conÃferas que se extiende al fondo de la cañada, y que topa con las paredes que comienzan a dar forma, en el horizonte, a la Sierra Madre Oriental.
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