Caminando por las calles de esta increÃble ciudad colonial podrás descubrir este rincón donde, según la tradición, una joven pareja solÃa encontrarse para darse un beso "de balcón a balcón".
Guanajuato parece sacada de un cuento de hadas donde no pasa el tiempo. Es una casa mágica rodeada de sierras y montañas, bajo un cielo azul y con una arquitectura de lo más extraña, debido a que está asentada sobre una cañada.
Sin embargo, uno de los mayores atractivos de esta Ciudad Patrimonio del BajÃo son las leyendas que habitan en sus callejones, estrechos y empinados. La suscitada en el conocido como el Callejón del Beso es una de las más famosas y de mayor tradición, narrada miles de veces por sus habitantes y por las alegres estudiantinas. Esta tiene como escenario un espacio muy reducido, donde apenas caben dos personas; sin duda, el tamaño exacto para proporcionar una historia que perdura hasta nuestros dÃas. Relata la historia de unos amantes que tuvieron un fin devastador, y versa asÃ:
"Carmen era hija única de un hombre intransigente y violento, pero como suele suceder, el amor triunfa a pesar de todo. Carmen era cortejada por Luis, un pobre minero de un pueblo cercano. Al descubrir su amor, su padre la encerró y la amenazó con internarla en un convento. Según él, su joven prole debÃa casarse en España con un viejo rico y noble, con lo cual acrecentarÃan considerablemente sus riquezas.
La bella y sumisa criatura y su dama de compañÃa, BrÃgida, lloraron e imploraron juntas y resolvieron que la dama de compañÃa le llevara una misiva a don Luis con las malas noticias. Ante ese hecho, Luis decidió irse a vivir a la casa de enfrente de la de su amada, que adquirió a precio de oro. El edificio tenÃa un balcón que daba a un callejón tan angosto que se podÃa tocar con la mano la pared del vecino.
Un dÃa se encontraban los enamorados platicando de balcón a balcón, y cuando más abstraÃdos estaban, del fondo de la pieza se escucharon frases violentas. Era el padre de doña Carmen increpando a BrÃgida, quien se jugaba la vida al tratar de impedir que el amo entrara a la alcoba de su señora. Finalmente, el padre logró introducirse, y con una daga que llevaba en la mano dio un solo golpe, clavándola en el pecho de su hija.
Doña Carmen yacÃa muerta mientras una de sus manos seguÃa siendo posesión de la mano de don Luis, quien ante lo inevitable sólo dejó un tierno beso sobre la palma".
Esta trágica leyenda da cuenta también de las costumbres de la época. En los siglos XVI y XVII no se podÃa dar el casamiento de ciertas clases sociales con otras de inferior categorÃa, y que tener una hija significaba poder obtener una jerarquÃa mayor dentro de la escala social. También vemos que por aquellos tiempos no existÃa una división tan tajante en la disposición urbana, con esto quiero decir que las clases sociales no se distinguÃan por zonas habitacionales, sino en los espacios públicos. Los amores tendÃan a realizarse a escondidas, pues los padres no aceptaban la relación si el muchacho no llenaba los requisitos de abolengo y de riqueza.
Cabe aclarar que estamos hablando tal vez de una clase media alta, entre la cual en cuestión de romance siempre era necesaria la participación de una chaperona para recibir cartas a escondidas. Aún en la época en que existÃa el casino en la ciudad de Guanajuato era de muy mal gusto que se viese a una doña Carmen con un don Luis. Si la dama asistÃa con sus padres al casino, el caballero buscaba la forma de internarse con los músicos al recinto de juego. En esos momentos con solo mirar a la dama bastaba, y después de una escapada furtiva se colmaba el espÃritu de los enamorados.
Hoy en dÃa, este rincón es uno de los sitios más populares de la ciudad de Guanajuato. Todos los dÃas decenas de amantes lo visitan para escuchar la triste historia de Luis y Carmen, asà como para besarse en un escalón rindiendo homenaje a este amor imposible.