El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

La Independencia de México y su gastronomía

Nota sobre La Independencia de México y su gastronomía

La lucha que derivó en la Independencia de México fue uno de los acontecimientos más dramáticos y relevantes en la historia de la nación.

Fue una disputa militar y política que duró casi once años y que derivó en importantes cambios sociales, políticos y económicos en el país. Pero no solo en los campos antes mencionados dejó su huella la Independencia Mexicana, sino también en lo que se refiere a su gastronomía. Por lo anterior, en este artículo mencionaremos cuales son los platillos más relacionados con la Independencia de México.

Sin duda la especialidad culinaria clave en este campo son los chiles en nogada.

Es el platillo que se identifica mejor con la lucha insurgente en México. Luego de que Agustín de Iturbide firmara los Tratados de Córdoba y con ello sellara la Independencia de México, resolvió viajar con el Ejército Trigarante a la capital del país. Estando en Puebla, las monjas del Convento de Santa Mónica, resolvieron recibir a Iturbide y sus militares con un platillo que representara los colores de la bandera del Ejercito Trigarante (verde, blanco y rojo). De ese modo surgió uno de los platillos más representativos de la gastronomía mexicana.

En el México novohispano se seguían usanzas culinarias muy interesantes.

Había tres campos gastronómicos principales: la cocina palaciega, la cocina conventual y la cocina popular. La primera incluía platillos preparados de acuerdo a la gastronomía europea y con ingredientes propios del Viejo Continente. En la gastronomía conventual, al verse libre de censuras las religiosas, se podían ensayar con diferentes recetas e ingredientes, para crear originales guisos, como el mencionado chile en nogada o el tradicional mole poblano.

La cocina popular de los tiempos de la lucha insurgente incluía platillos como la sopa de fideos, el lomo de carnero asado, el puchero con calabacita de castilla, las albóndigas, la torta de zanahoria, el postre de leche y el chocolate espeso y caliente.