El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

Flor de cempasúchil, Día de Muertos y Pueblos de México

Nota sobre Flor de cempasúchil, Día de Muertos y Pueblos de México

Célebre por su color amarillo intenso y por su infaltable presencia en las ofrendas de muertos, la flor de cempasúchil es uno de los elementos más representativos de México de cara al mundo.

Por eso resulta tan interesante conocer sus principales características y las distintas aplicaciones que se hace de ella. La flor del Día de Muertos tiene abundantes secretos y maravillas, como los Pueblos de México y por esto es siempre valioso conocerla mejor.

La flor de cempasúchil es uno de los elementos ornamentales que aparecen con más frecuencia en las ofrendas y altares del Día de Muertos.

De acuerdo a las raíces etimológicas de la palabra náhuatl “cempasúchil” esta quiere decir “flor de veinte pétalos” y florece justo después del tiempo de lluvias. Por tal motivo ha llegado a ser, junto con las calaveritas de azúcar y el tradicional pan de muerto, en referencias directas de esta celebración típica del pueblo mexicano y quizás la más importante del calendario de festividades de la nación. Cabe recordar que el Día de Muertos se celebra en los pueblos de México y en el resto del territorio nacional los días 1 y 2 de noviembre.

Cempasúchil es una flor de color amarillo muy intenso, con un tallo que puede llegar a medir un metro de altura en tanto que sus botones pueden llegar a tener un diámetro de cinco centímetros.

Por lo consiguiente, en los tiempos prehispánicos la seleccionaron para cubrir con cientos de ellas los entierros, altares y ofrendas dedicadas a los fallecidos. Es una bella tradición que aún con el paso de los siglos y las generaciones se sigue celebrando en las ciudades y los pueblos de México. La flor de cempasúchitl es una de las grandes protagonistas del Día de Muertos.

Pero además, es interesante saber que la flor de cempasúchil también ha sido usada para la fabricación de insecticidas y de algunos medicamentos especiales.

De hecho los antiguos indígenas mexicanos también la utilizaron para fines medicinales, por ejemplo, para mitigar molestias estomacales. De manera que la flor del Día de Muertos no solamente es grata para la vista sino también un interesante recurso curativo y una de las especies de flora más interesantes por sus especiales características (en los Estados Unidos se le conoce como Mary Gold).

Si hay algo que caracteriza al Día de Muertos es una festividad que se define por su colorido, su riqueza de sabores y de posibles percepciones.

De allí la abundancia de adornos de papel de china picado, las calaveritas de dulce y de amaranto, el rico pan de muerto, la fruta, las veladoras, el incienso, los retratos y los objetos personales del difunto. Por supuesto no pueden faltar las deliciosas bebidas alcohólicas.

Para los antiguos mexicanos la muerte se perfilaba como una ocasión para venerar y experimentar el acercamiento a una realidad oculta llena de simbolismos y profundas referencias.

El propio tránsito hacia el inframundo era el primer paso para llegar a la eternidad.

Por otra parte, el cultivo de la flor de cempasúchil se realiza especialmente en entidades como Chiapas, Estado de México, Morelos, Puebla, San Luis Potosí, Sinaloa, Tlaxcala, Oaxaca y Veracruz.

Sin embargo es Xochimilco el lugar más representativo donde crece la famosa flor amarilla del Día de Muertos.

De acuerdo a sus orígenes prehispánicos la noche del 1 y 2 de noviembre transcurre con relación a la dualidad entre la muerte y la vida.

El fuego desde esta perspectiva se presenta como el complemento perfecto de la flor de cempasúchil, la flor de las veinte flores, de acuerdo a como la nombraban los aztecas. Desde los tiempos precolombinos está considerada como la vida que surge de la muerte.