El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

Día de Muertos, así nació la tradición más viva de México

Nota sobre Día de Muertos, así nació la tradición más viva de México

Se acerca la fecha en la que el mundo de los vivos convive con el de los muertos. En diversas partes del mundo se celebra Halloween, una tradición de origen celta en la que se usan máscaras y disfraces para evitar que los espíritus malignos dañen a los seres humanos. En México, sin embargo, las almas se veneran, y alentamos su visita con el Día de Muertos. Una festividad que honra la vida de los que ya no están y los recibe con emoción y alegría.

Origen

El paso de la vida a la muerte ha sido honrado en el país por más de 3.000 años. En la época prehispánica, los festivales para honrar a los muertos eran presididos por Mictecacíhuatl (señora de las personas muertas en la lengua Náhuatl) quien era considerada la reina de Mictlán, el último nivel del inframundo. Esta celebración se realizaba durante el noveno y décimo mes del calendario solar Mexica, durante los meses completos. El festejo del primer mes era dedicado a los muertitos y el segundo a los muertos grandes.

Los antiguos pueblos mesoamericanos creían que, dependiendo del tipo de muerte que tenía el ser humano, así iba a ser el viaje de su alma al inframundo. Estos son los principales:

  • El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. Aquí llegaban aquellos que habían muerto por situaciones relacionadas con agua y/o rayos.
  • El Omeyocán o paraíso del sol. En el que se encontraba Huitzilopochtli, el dios de la guerra. Este lugar recibía a los muertos en combate, prisioneros sacrificados y mujeres que morían en el parto.
  • El Mictlán o lugar de los muertos. Aquí llegaban todos los que habían muerto por causas naturales. Estas almas tenían que pasar una serie de pruebas para llegar aquí; en el futuro, esto se refleja en el altar de Día de Muertos.
  • Con la llegada de la religión católica, llegó también la celebración europea del Día de todos los Santos, que conmemoraba la muerte de la naturaleza honrando a las almas, y se festejaba el primero de noviembre. Un día después se celebraba a los muertos.

Estas costumbres se combinaron con las festividades mexicas en lo que hoy conocemos como el dia de los muertos Mexico. La celebración pasó de durar dos meses a durar estos dos días, pero aún se conserva la creencia de festejar a las almas jóvenes el primer día y a las almas viejas el segundo. En 2003, la UNESCO proclamó las festividades de Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Es preciso destacar que el Día de Muertos en México es motivo de gran interés turístico para personas de todas las regiones del orbe. Incluso se han llegado a filmar famosas películas estadounidenses y europeas dedicadas a esta celebración tan asociada con la mexicanidad. En especial en sus manifestaciones gastronómicas, el Día de Muertos nos obsequia varios tesoros turísticos y culturales que vale la pena conocer.

Simbolismos

En México se cree que los muertos regresan al plano material a visitar a sus familiares y amigos y a traer prosperidad (una buena cosecha) o desdicha (enfermedades, accidentes, dificultades financieras...). Por tal razón, se les da la bienvenida con comida, bebida y sus objetos favoritos, para mantenerlos contentos. Además, para facilitar su llegada y regreso, se marcan caminos de flores y velas desde la casa del difunto y hasta el cementerio, acompañadas de diversas ofrendas o simbolismos. Estos son los principales:

  • Calaveras de azúcar o chocolate: son la representación de la muerte. Se escribe el nombre del difunto en su frente para que no exista duda de a quién representa. Es un recordatorio de que lo único que tiene seguro el ser humano es la muerte.
  • Pan de muerto: es una representación de la eucaristía católica. Normalmente se hace de anís con forma de media esfera y figuras de huesos en la parte superior.
  • Flor de cempasúchil (flor de veinte pétalos en Náhuatl): se comenzó a usar por los mexicas en sus rituales de muertos durante la época lluviosa. Se consideraba que podía guardar la luz del sol, o sea el origen de todo. Se cree que el olor de las flores guía y atrae las almas de los muertos.
  • Papel picado: es una artesanía mexicana que se usa para dar color, alegría y vida. Se utilizan todos los colores menos el negro, que representa la muerte. También es considerado símbolo del aire.
  • Veladoras: las luces que guían el camino de los muertos, tanto hacia el mundo material como de regreso al inframundo.

El altar u ofrenda de Día de Muertos

Los altares de Día de Muertos son la máxima representación de esta festividad mexicana. Se hacen para ofrendar y recordar el espíritu de los seres queridos durante estas fechas. Los altares se organizan por niveles y, dependiendo del nivel, se colocan diferentes objetos simbólicos. Comúnmente se montan a las 12 pm del primero de noviembre y se retiran a las 12pm del día siguiente.

Las versiones más comunes son de 2, 3 y 7 niveles. La primera representa el cielo y la tierra y se colocan objetos de ambos mundos en cada sección; la segunda representa el cielo, la tierra y el inframundo y, como en el anterior, los objetos que representan cada uno son colocados en su apartado. El tercero es un poco más complejo, representa los siete niveles por los que tiene que pasar el alma para poder descansar, según la creencia mexica.

El altar de siete niveles es el que más se usa en las costumbres mexicanas. Así es como se acomodan sus elementos por sección (de arriba a abajo):

Se coloca la imagen de un santo o virgen para bendecir la ofrenda

El segundo nivel es el escalón dedicado a las ánimas del purgatorio. Sirve para obtener salida del difunto en caso de que se encuentre ahí. Normalmente se coloca un vaso de agua para contrarrestar el fuego del infierno.

Dedicado a los niños del purgatorio. Se coloca sal para prevenir que el cuerpo se corrompa.

Lugar del pan de muerto. Se ofrece como alimento para las almas que visiten el altar. Se puede acompañar de maíz u otras semillas que sirvan de alimento.

Dedicado a los platillos favoritos del difunto. Se cree que al visitar el altar se alimentará de su comida y bebida favorita. Esto también fortalece el alma para su camino al más allá.

Imagen del difunto que se acompaña de objetos que eran de su propiedad o que disfrutaba.

Va al nivel del suelo, se coloca una cruz formada por cal o cuatro velas. Esta representa los cuatro puntos cardinales y el polvo en el que se convierten los seres humanos. Se cree que ahuyenta a los malos espíritus.

Camino al altar se marca una vereda hecha con flores de cempasúchil (clavelón de la India) para guiar a los espíritus al altar, también se usa incienso y ocote (un tipo de reina de pino) para que los olores los atraigan. Las mesas en las que se coloca la ofrenda se cubren con sábanas blancas que representan la fuerza. Los colores que más se usan para decorar los altares son el morado y naranja, el primero representa el luto católico y el segundo el luto azteca. Existen también otros elementos que no pueden faltar en un altar, independientemente de su número de niveles:

Arco: comúnmente se hace de flores, y representa la entrada al mundo de los muertos. Se coloca en la parte superior de la ofrenda.

Fuego: la creencia dice que la luz guía el camino de las almas al otro mundo, así que se utilizan veladoras para este propósito.

Agua: se cree que el agua calma la sed del espíritu y, además, es considerada una puerta al inframundo.

Calaveras: representan a los difuntos.

Perro: se utiliza una escultura de la raza Xoloitzcuintle que acompañará al muerto en su camino.

Mixquic, el pueblo de los muertos

San Andrés Mixquic es un pueblo que se encuentra al sureste de la Ciudad de México. Este lugar es conocido por conservar y revivir las costumbres de Día de Muertos al pie de la letra, cada año. No hay casa en sus 3 kilómetros cuadrados de extensión que no tenga una ofrenda de muertos o que no decore el exterior de su casa para marcar el camino de sus difuntos.

Caminar por Mixquic el 31 de octubre o el primero de Noviembre significa pasear por un pueblo que se viste de arriba a abajo de Día de Muertos. Sin embargo, el evento principal es el día 2 de noviembre; se llama La Alumbrada.

La noche de este día, todo el pueblo sale a despedir a sus muertos con veladoras. Todos los habitantes de Mixquic, turistas y colados hacen fila para entrar al cementerio local que se encuentra completamente iluminado con miles de velas. El ritual se mezcla con espectáculos de canto y baile en la plaza pública.

Las costumbres de Día de Muertos pueden parecer extrañas para algunos, sin embargo, representan gran parte de la cultura mexicana y es de las pocas celebraciones en el país que conserva la esencia de nuestros antepasados prehispánicos. Obviamente, con el paso del tiempo, han surgido variaciones en las historias y tradiciones. La narrativa aquí, está basada en los ritos que me enseñaron desde niña. Los comparto no solo para preservar la memoria, sino para despertar la curiosidad e interés por este bonito y colorido evento. Mi favorito.