El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

Casa de los Azulejos en el Centro CDMX

Nota sobre Casa de los Azulejos en el Centro CDMX
Recubierta por miles de mosaicos polícromos de talavera poblana que, en conjunto, confieren un reflejo azulado, la fachada del Antiguo Palacio de los Condes de Orizaba como también se le conoce constituye una de las portadas más remarcables de la Ciudad de México. La historia de este singular edificio se remonta al siglo XVI cuando fue trazado en la elegante esquina de los callejones de Plateros y la Condesa, en la Calle San Francisco (que actualmente conforma la avenida peatonal de Francisco I. Madero). Su construcción se inició en 1793, resultado de la unión de las casas pertenecientes a dos adineradas familias criollas por el acuerdo matrimonial de Graciana Suárez Peredo y el Segundo Conde del Valle de Orizaba. Durante el siglo XIX se estableció en ella el exclusivo Jockey Club, uno de los centros de reunión de la élite porfiriana, hasta que en 1919 pasó a ser propiedad de los hermanos estadounidenses Walter y Frank Sanborn quienes adecuaron en él un concepto único en el país: restaurante, tienda de regalos, farmacia y tabaquería en un mismo lugar. El Sanborns de los Azulejos, como se le nombra comúnmente, destaca por la bella cerámica vidriada de su portada, el magnífico mural de José Clemente Orozco de su interior y las increíbles leyendas de las que ha sido testigo, motivos por los cuales el 9 de febrero de 1931 fue declarado monumento nacional. Recién edificada, miles de personas pasaban a diario sólo para admirarla y hoy, más de 200 años después, la Casa de los Azulejos es un sitio de visita obligada en la capital mexicana. No en vano, esta caprichosa probadita de arquitectura con "sabor a Puebla" (por el exquisito uso de los mosaicos de talavera en su fachada), fue descrita por Octavio Paz como “un verdadero striptease arquitectónico”.