El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

Aventúrate con tus amigos en el Estado de México

Nota sobre Aventúrate con tus amigos en el Estado de México

El Estado de México goza de una situación privilegiada.

Su cercanía con el Distrito Federal lo convierte no sólo en un lugar idóneo para vivir, sino también en el destino predilecto de los capitalinos para vacacionar alejados del frenesí de la gran ciudad sin la necesidad de irse tan lejos. Por ello, este gran Estado ha visto proliferar hoteles y centros de lujo que conviven en medio de la variopinta naturaleza que caracteriza a esta zona.

A aquellos que disfrutan experimentando el espíritu de la tradición mexicana, el Estado de México recibe con cinco Pueblos Mágicos a los turistas.

Los más aventureros no deben dejar de visitar uno de los estados que más posibilidades de diversión ofrece y dejarse llevar por la tranquilidad de algunos de los paisajes más particulares de la República. Pueblos Mágicos del Estado de México

Los pueblos Mágicos del Estado de México son lugares asombrosos por su rica tradición y atractivo, en donde se puede disfrutar desde la belleza de sus calles, lo pintoresco de sus construcciones, las delicias culinarias como también el calor de su gente.

Los mexiquenses cuentan con cinco de estos esplendorosos lugares. Tepotzotlán, a los pies de la Sierra, ofrece uno de los destinos más agradables para vacacionar. El visitante es recibido por los herreros y ebanistas que elaboran artesanías reconocidas en el mundo entero. Los antiguos colegios jesuitas de San Martín y San Francisco Javier, así como sus edificios, tan representativos del barroco churrigueresco, dan testimonio de la rica historia del lugar, que se remonta al siglo XVIII. El Museo Nacional del Virreinato y el Acueducto de Xalpa, en el Parque Estatal Sierra Tepotzotlán, son ineludibles para el viajero interesado en la historia, que también tendrá a su disposición hoteles de lujo para su descanso. El recorrido continúa en El Oro, cerca de la frontera con Michoacán. Su historia se remonta al siglo XVIII, pero sin lugar a dudas su encanto reside en la rica arquitectura europea, de corriente Art Nouveau y neoclásica; recuerdos del pasado minero de El Oro, que vio llegar oleadas de ingleses atraídos por la fiebre del oro. El Teatro Juárez, el Palacio Municipal, la Estación de Trenes y el Museo de Minería son finos ejemplos de esto. Metepec es un ejemplo extraordinario de Pueblo Mágico. En él coinciden modernidad y tradición de tal forma que conviven centros comerciales de lujo y construcciones de gran tecnología como el Centro Panamericano de Ecología y la sede de la Radio y Televisión Mexiquense, con edificios históricos, fruto de la tradición novohispana. Es el caso del Convento Franciscano, que data del siglo XVI, o del Templo del Calvario, de inspiración neoclásica. La gastronomía local es deliciosa, y la artesanía permite entrar en contacto con leyendas indígenas como la de la Tlanchana, que se aparece en el agua de noche. Sus calles de noche ofrecen el ambiente bohemio idóneo para perderse en largas caminatas. Malinalco constituye una de las más bellas estampas del país. A los pies de la montaña, la niebla se arremolina para guardar el silencio y la tranquilidad de este paraje cubierto por flores. Es imprescindible acudir a pescar la trucha que se cenará esa noche o a disfrutar de una tradicional nieve después de haber visitado los Santuarios del Cerro de los Ídolos. Por último, Valle de Bravo se ha convertido en el destino consentido de los habitantes de la capital que acuden a relajarse a orillas del lago que en el siglo XVI anegó el valle que da nombre a la localidad. Clubes de golf, yates y hoteles de lujo ofrecen el descanso perfecto para los aventureros que se atrevan a practicar el Parapente o el esquí acuático. Imprescindible visitar el Santuario de Santa María en el que se venera a un Cristo Negro. Para los aventureros

No todo se trata de aprender historia cuando se visita el Estado de México.

Los más inquietos disfrutarán de la gran variedad de opciones de ocio que ofrece el estado. Ixtapan de la Sal, por ejemplo, cuenta con uno de los parques acuáticos más visitados del país. Toboganes, aguas termales, albercas y spa están esperando a los más necesitados de un buen descanso.

En Tenancingo, el parque Hermenegildo Galeana permite largas caminatas para los aficionados al senderismo, que además desembocan en el Salto de Santana.

Un cuadro único que en los fines de semana de enero a abril se puede disfrutar también en globo aerostático.

Temscaltepec, con sus imponentes montañas y su Peñon del Diablo, con paredes casi verticales que propician la escalada y el vuelo con ala delta, es uno de los destinos favoritos de los turistas aventureros.

Pero además, cuenta con un Santuario de Mariposas Monarca que cada año ofrecen una de las experiencias más impactantes sobre la Tierra. Los más tranquilos gozarán de la pesca de trucha y del sus exclusivos clubes de golf.

Los aficionados de la naturaleza tienen una visita pendiente a Aculco.

La presa Ñadó, que alimenta la cascada concepción, así como las columnas basálticas del Salto Tixhiñú, no tienen comparación con sus paisajes particulares.

En Ixtapan del Oro, acampar en la niebla se vuelve una experiencia única.

El rocío acaricia la piel de los viajeros mientras se relajan en las albercas naturales a los pies de las cascadas. Nadie puede irse sin probar el pan de pulque, el mole rojo y los dulces típicos de la región.

En Tonatico, cuenta una leyenda de los nahuas que nació el sol y tiene dos atractivos incomparables: por un lado, su balneario municipal, al que se le atribuyen propiedades curativas.

Por otro lado, las impactantes Grutas de la Estrella, en la que la naturaleza demostró todo su poder de asombro.

Los amantes de los deportes extremos deben dirigirse a alguno de los cinco centros vacacionales de lujo de Villa del Carbón o a Valle de Bravo, donde se puede practicar el parapente, el esquí acuático y el paseo en barco en medio de un marco natural único.

Artesanías

La artesanía mexiquense abarcan todas las ramas artesanales esenciales como lo son: la Cerería, alfarería, textilería ,cantera, madera, cestería, vidrio, metalistería, orfebrería y joyería, talabartería, confitería y pirotécnia.

Los artesanos son grandes artistas que con gran pericia y maestría crean piezas de una singular belleza y esplendor.

Sus piezas son reconocidas nacional e internacionalmente debido a que en cada detalle procuran incluir su herencia étnica: Matlazinca, Mazahua, Otomí, Nahua y Tlahuica, legado cultural que los mexiquenses luchan por conservar y difundir.

Las principales artesanías Mexiquenses son los áboles de la vida, los tapetes de Temoaya y alfeñiques o dulces de azúcar, que no puedes dejar de disfrutar. ¿Cómo llegar?

Los Pueblos Mágicos del Estado de México se encuentran a una distancia de 45 minutos hasta 2 horas partiendo de la ciudad de México.

Puedes tomar: Periférico con dirección a Constituyentes, en el entronque Reforma/Constituyentes tomar la dirección de La Marquesa (015D).

Insurgentes en dirección a Indios verdes hasta Ecatepec; continuar por la autopista 132 Tulancingo-Pirámides. Tips de Viaje

En el Estado de México también se encuentra el Parque Nacional Nevado de Toluca, el cual es considerado desde 1937 como parque Nacional, cuyo atractivo principal es el Nevado de Toluca, uno de los cuatro volcanes más altos del país; el parque cuenta con una extensión de 51 mil hectáreas y es cuna de las dos cuencas más importantes del país: Lerma y Balsas.

¿Sabías que?

El alfeñique es una palabra árabe con la que se referían a una pasta de azúcar cocida y estirada en barras muy delgadas y retorcidas; la que actualmente se usa para elaborar dulces tradicionales que se colocan en las ofrendas o altares de la celebración del Día de Muertos.

Los dulces de alfeñique sólo se realizan en Puebla, Oaxaca, y el Estado de México.