El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

El lobo mexicano, un símbolo importante en México

Nota sobre El lobo mexicano, un símbolo importante en México

Para los aficionados al turismo ecoturismo y la contemplación de los ecosistemas mexicanos, puede resultar interesante saber que en nuestra nación existió, hasta hace algunas décadas, una de las especies más tristemente perseguidas y diezmadas: el lobo mexicano.

Diversos cuentos y leyendas nos lo presentan como una bestia atemorizante, sedienta de sangre y dañina para el ser humano. Sin embargo, la realidad nos revela los lamentables avatares de una especie animal llevada al borde de la desaparición.

Investigaciones científicas han revelado que el lobo, más que un depredador despiadado, es un elemento de gran relevancia para los entornos silvestres donde habita y los bosques en donde se ha menguado al extremo su población, se han visto gravemente perjudicados.

El lobo mexicano es una cierta variedad de lobo gris, esa clase de lobo que habita en las regiones boscosas de Rusia o Canadá.

El lobo mexicano se encuentra vinculado, por lo tanto, a la especie Canis Lupus, pero derivando en una raza que se adaptó a las particulares condiciones del centro y norte de nuestro país, de acuerdo a factores como el clima, las dimensiones de sus presas y el tipo de terreno.

Como consecuencia, el lobo mexicano evolucionó de menor tamaño que las demás variedades de lobos en el mundo, o bien, que las manadas de lobos mexicanos estuvieran formadas apenas por unos cuantos ejemplares, por lo general, miembros de una misma familia.

La presa habitual del lobo mexicano era el venado cola blanca, no obstante, cuando este depredador se lo proponía, era capaz de acabar con animales de mayor tamaño.

El problema que ocasionó la desaparición del lobo mexicano, fue que, al invadir el ser humano los territorios silvestres del norte y centro de México, con fines agrícolas y ganaderos, los animales de granja fueron los únicos que pudo hallar en su hábitat natural el lobo mexicano.

No mucho después, estos depredadores se percataron que era mucho más sencillo cazar animales de granja que los venados cola blanca, los cuales poco a poco fueron disminuyendo a causa de la caza indiscriminada. Atemorizados por la suerte de sus animales, campesinos y ganaderos decidieron atacar al lobo mexicano, de una manera tan devastadora, que este carnívoro, todavía abundante en sitios como el Pico de Orizaba o el Nevado de Toluca, a finales del siglo XIX, terminó por aislarse en lo profundo de la Sierra Madre Occidental.

Para finales de la década de 1970 se estima que solo quedaban unos 50 lobos mexicanos en todo el territorio nacional.

Desde entonces, diversas entidades de protección ecológica han intentado rescatar al lobo mexicano, por ejemplo, estableciendo pequeñas poblaciones de este animal, a través de ejemplares que han nacido en cautiverio o bien, ejemplares descendientes directos del lobo mexicano. Para los turistas que tengan la ocasión de avistar especies en situación crítica, como el lobo mexicano, es importante que valoren y respeten a estas criaturas, así como también sus particulares hábitats.